El enviar cartas o paquetes de un lugar a otro, fue una
engorrosa tarea que efectuaban en el pasado los llamados “Hombres Postas”,
servidores de la comunidad que a pié o a lomo de mula transitaban grandes
distancias para hacer las entregas de misivas, documentos y presentes.
Los caminos que recorrían antes de construirse carreteras, eran peligrosos,
pero ellos desafiaban todas esas adversidades para cumplir con su misión de
correos de superficie terrestre.
Existieron en ese entonces correos municipales que se encargaban de transportar
los documentos a los poblados de los términos, los correos especiales y los
correos militares que eran utilizados para transportar correspondencia, partes
de guerra y otros documentos de alta confidencialidad.

Aquellos correos especiales cabalgaron sorteando agrestes montañas,
empantanados caminos por la época lluviosa, cruzando caudalosos ríos,
pernoctando a campo traviesa y con enormes dificultades hasta entregar los
famosos “Pliegos de la Independencia”.
Ese rutinario sistema fue evolucionando cuando se abrieron
los primeros caminos para el paso de carretas y diligencias, pero siempre se
utilizaban los “hombres postas” que se dedicaban a la entrega de misivas entre
los poblados hondureños.
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Don Tomás Estrada Palma, primer Director de Correos de Honduras. |
En 1877, durante el gobierno del Dr. Marco Aurelio Soto (FOTO 1) se organizó el
Correo Nacional designándose como primer director al maestro cubano Don Tomás
Estrada Palma (FOTO 2).
El 1 de Enero de 1879, dos años después de haberse fundado, el Correo Nacional
de Honduras pasó a formar parte de la Unión Postal Universal UPU con sede en
Berna, Suiza, organismo que facilitó la emisión de los primeros sellos postales
que se utilizaron en nuestro país.
Las oficinas postales se instalaron en un viejo inmueble construido en el
Barrio Abajo a mediados del siglo XIX y que el sacerdote católico Monseñor José
Leonardo Vijil acondicionó para instalar el primer hospicio en Tegucigalpa en
1868 que se conocía como la “Casa del Niño” y donde estuvo por muy pocos años
la Escuela de Medicina.
El edificio que abarca la mitad de una amplia cuadra se levantó con gruesos
adobes, contando con un amplio patio interior rodeado de altos corredores
siguiendo el estilo clásico de las construcciones coloniales.
EL lugar donde Jose Leonardo Vigil construyó el hospicio era propiedad de su familia.
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